lunes, marzo 06, 2006

AFORTUNADOS MUSICOS (I)


Me gustaría hablar largo y tendido sobre el oficio de músico. Por lo que oigo, veo y leo todos los días desde que me dedico a esa difícil tarea de hacerme valorar por lo que hago sobre un escenario, nadie que no haya vivido entre los cables de un concierto sabe lo que ello conlleva.

Ya he perdido la cuenta de las veces que alguien me ha dicho eso de “Menuda suerte tienes tío, yo a currar y tu a tocar por ahí y pasártelo bien” Esta frase y muchas por el estilo son las que tenemos que oír nosotros los “afortunados” músicos que vivimos del aire y solo nos dedicamos a beber cervezas, drogarnos, acostarnos con todas las groupies que se acercan a los conciertos y luego retirarnos a nuestras mansiones hasta que llegue el siguiente concierto. Como podréis imaginar todo esto es una tremenda mentira. He exagerado un poco la fantasía popular pero os aseguro que hay gente que piensa que el trabajo de músico es así y, lo más triste, es que hay gente que piensa así y está muy cerca del negocio de la música.

No es mi intención romper el mito de la buena vida del músico pero si que me gustaría abrir un poco los ojos a la gente que quiera ver y leer estas palabras.

El primer punto que quiero dejar claro es que hoy en día y desafortunadamente para la música, el trabajo de la gente como nosotros que hace canciones y las toca ahí por donde puede, es uno de los peores pagados y eso significa que, si eres de los que te gusta comer por lo menos una vez al día, tienes que buscarte las castañas como buenamente puedas trabajando en otras cosas para poder seguir teniendo una mínima tripa donde apoyar la guitarra. El problema es que los conciertos no son solo los sábados sino que igual un miércoles nos tenemos que ir a Granada a tocar asi que ya nos estamos olvidando de esos trabajos fijos con un sueldo fijo y un horario fijo porque nosotros los “afortunados” músicos no nos podemos permitir el lujo de suspender una actuación porque el jefe no nos da fiesta. Nuestra vida gira en torno a los ensayos y los conciertos y, entre una cosa y otra, nos dedicamos a hacer malabares con céntimos de euro, poco mas.

Otro punto que quiero que veais es el de los ensayos. Eso es un trabajo realmente duro y que nadie ve, siente ni valora. Un trabajo diario en turno de noche por amor al arte y a la música. Así como los cocineros ponen todo su cariño y dedicación en cocinar un buen plato, los músicos dedicamos toda nuestra energía y nuestro tiempo en pulir y dar brillo a las canciones que van a acariciar vuestros oidos. Si alguien se dedicara a contar las horas de ensayo que hay que meter para componer una canción, arreglarla, aprender a tocarla como si fuera lo mas fácil del mudo, grabarla y llegar a tocarla sobre un escenario os aseguro que el computo total sería de no menos de 100 horas independientemente de que estuviéramos hablando de Los Ramones o de Iron Maiden (por poner ejemplos de sencillez y de complicación musical). Teniendo en cuenta que este calculo se hace para una canción, es decir, cuatro minutos de un concierto o un disco, imaginaros la cantidad de trabajo que conlleva el preparar un concierto de hora y media de duración. Trabajo no remunerado. Lo peor de todo es que sigue habiendo sitios en los que les parece una exageración pagar 200 o 300 euros a un grupo desconocido por tocar. “Pero si encima que os dejamos tocar y que os vea la gente ¿Cómo os vamos a pagar?” Afortunadamente son pocos los sitios donde se mantiene esta filosofía y afortunadamente los bares y pequeñas salas de conciertos son los que mas valoran hoy en día el trabajo del músico de a pie.

Os estoy hablando de los ensayos y los directos pero lo mismo se podría traducir a los discos, esos que la gente se piratea y se baja de internet con la única excusa de que 15 euros es mucho dinero para un cd, un trabajo que ha costado innumerables horas, esfuerzo, sacrificio ,dinero y sueño a cuatro tíos cuya única motivación para hacer esto es ver su disco en un escaparate y saber que la gente a la que le gusta la música que hacen se lo va a comprar y lo va a guardar en casa con su colección de cds para, el día de mañana, abrirlo, verlos, leerlo y ponerlo de nuevo a sonar después de diez años en la estantería. Ilusos de nosotros…

¿Y que me decís de los conciertos? ¿Alguien ha pensado en que nosotros los “afortunados” músicos también tenemos días malos, discusiones familiares, depresiones, estrés… vamos, días en los que lo que menos te apetece es cantar o bailar y, sin embargo, tenemos que subirnos a un escenario y darlo todo para que la gente que nos esta viendo siga pensando que somos los “afortunados” músicos?

Esto os lo contaré en el próximo capítulo pero antes de cerrar estas líneas quiero que quede constancia de una cosa: Los buenos momentos que te da la música compensan todas las calamidades que tenemos que pasar. Estamos locos pero no somos tontos…. ¿o si?